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El café es una de las bebidas más populares del mundo, con millones de personas que lo incluyen como parte fundamental de su rutina diaria. Sin embargo, aunque tiene beneficios comprobados, como mejorar la memoria y activar el metabolismo, su consumo excesivo o inadecuado puede provocar efectos adversos que no deben ignorarse.
Expertos en nutrición advierten que la cantidad máxima recomendada para personas sanas es de 400 mg de cafeína al día (alrededor de cuatro tazas), siempre sin azúcar añadido. Pero incluso dentro de ese límite, hay señales de que podrías necesitar reducir o eliminar el café de tu dieta. Estas son algunas:
La cafeína puede tardar hasta 16 horas en eliminarse del cuerpo. Si eres sensible a ella, incluso una sola taza temprano puede afectar tu sueño. Esto ocurre porque la cafeína bloquea los receptores de adenosina, una sustancia que induce el descanso.
En algunas personas, la cafeína puede provocar una sobreestimulación del corazón, elevando la presión arterial y generando palpitaciones. Esto depende de la genética de cada individuo y de la cantidad ingerida.
El café puede incrementar los niveles de cortisol, la hormona del estrés. En personas con predisposición, esto puede llevar a una sensación constante de alerta, ansiedad e incluso crisis nerviosas.
El café estimula la producción de ácido en el estómago, lo que puede agravar condiciones como el reflujo gastroesofágico o el síndrome del intestino irritable. En estos casos, se recomienda evitarlo por completo.
En cualquier situación donde experimentes estos síntomas, lo mejor es consultar con un profesional de la salud. Además, si estás acostumbrado a tomar café diariamente, dejarlo de forma brusca puede generar efectos de abstinencia como dolores de cabeza o irritabilidad. Por eso, cualquier cambio debe hacerse con acompañamiento médico.