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Aunque pueda parecer extraño, hablar en voz alta con uno mismo no solo es común, sino que puede ser un hábito positivo. Lejos de asociarse con comportamientos irracionales, este acto tiene una base científica que lo vincula con mejoras en la concentración, la memoria y el bienestar emocional.
De acuerdo con el psicólogo Gary Lupyan, de la Universidad de Wisconsin, verbalizar pensamientos activa zonas del cerebro que facilitan la recuperación de información. En estudios realizados por su equipo, los participantes que decían en voz alta el nombre de los objetos que buscaban los localizaban más rápido que quienes no lo hacían.
Pero los beneficios no se quedan en lo cognitivo. La psicoterapeuta Anne Wilson asegura que hablar consigo mismo puede servir como forma de autorregulación emocional. “Conversar en voz alta con alguien que te comprende y está de tu lado —tú mismo— puede generar alivio emocional y mayor claridad mental”, explicó en entrevista con la BBC.
Una técnica destacada por expertos es hablar en tercera persona, lo cual ayuda a tomar distancia de los problemas, reducir el estrés y aumentar la autoconfianza, según investigaciones publicadas por Harvard Business Review.
Además, estudios con niños han mostrado que hablar en voz alta mientras realizan actividades les permite seguir instrucciones con mayor precisión. Esta estrategia de “autodirección verbal” también puede ser útil en adultos, sobre todo cuando se enfrentan a tareas complejas o situaciones estresantes.
En conjunto, las investigaciones apuntan a que el lenguaje no solo sirve para comunicarnos con otros, sino también para organizarnos, calmarnos y pensar mejor. Así que la próxima vez que se sorprenda hablándose a sí mismo, puede estar seguro de que no está solo... ni demente.