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El próximo 11 de junio, los cielos nocturnos de México presenciarán un evento astronómico singular: la Luna de Fresa, que este año promete ser especialmente llamativa por su inusual proximidad al horizonte.
Este fenómeno, lejos de teñirse de rojo como su nombre podría sugerir, ofrece en realidad una luminosidad dorada característica, siendo la última Luna llena antes del solsticio de verano en el hemisferio norte.
Mientras los astrónomos aprovecharán para estudiar su inusual proximidad al horizonte, los simples observadores tendremos la oportunidad de presenciar un espectáculo que no se repetirá con estas características en casi dos décadas.
Ya sea por curiosidad científica, interés cultural o simple aprecio por la belleza celeste, la noche del 11 de junio promete un regalo visual que vale la pena contemplar.
En nuestra era de contaminación lumínica, el cielo nocturno sigue siendo el mayor espectáculo natural al que todos tenemos acceso. Un espectáculo que, en este caso, viene sazonado con historia, ciencia y un nombre tan peculiar como engañoso.
El peculiar nombre no deriva de su tonalidad, sino de tradiciones ancestrales. Los pueblos algonquinos de Norteamérica asociaban esta Luna llena de junio con la breve temporada de cosecha de fresas silvestres. En Europa, en cambio, se la conocía como "Luna de Miel" por coincidir con el apogeo de la producción melífera.
Astrónomos explican que este año el evento será particularmente notable porque:
Según datos de Star Walk, plataforma especializada en astronomía, el mejor momento para apreciar este fenómeno en México será:
"Lo extraordinario este año será verla tan cerca del horizonte", explica la astrónoma Claudia Rojas. "Esta posición crea un efecto óptico que la hace parecer más grande y dorada, especialmente durante los primeros 30 minutos después de su salida".
Más allá de su belleza visual, esta Luna marca hitos importantes:
Para observadores casuales, se recomienda:
La Luna de Fresa 2025 representa mucho más que un simple evento astronómico. Es un puente entre la ciencia moderna y el conocimiento ancestral, una oportunidad para reconectarnos con los ciclos naturales que durante milenios guiaron a la humanidad.