Cuando se esperaba una respuesta conciliadora del presidente López Obrador a la demanda de los jesuitas, que desde hace una semana, tras el asesinato de dos sacerdotes de esta orden religiosa en la Sierra Tarahumara de Chihuahua están pidiendo que revise su estrategia de seguridad pública para combatir al crimen organizado porque “los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”, ayer el mandatario descalificó a los miembros de la Compañía de Jesús, reprochándoles “con todo respeto, que no siguen el ejemplo del papa Francisco, porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana”.
Al anunciar que el próximo viernes 1 de julio dará desde Dos Bocas, Tabasco, un informe trimestral “como los que hacemos, para dar a conocer al país cómo estamos, cómo vamos en lo económico, en lo social, informar más sobre el plan de seguridad y argumentar con datos del por qué no vamos a cambiar nuestra estrategia de atender las causas de la violencia y no hacer lo de antes, que se quería enfrentar la violencia con la violencia, porque eso fue una estrategia fallida que nos afectó muchísimo, y una estrategia fallida e inhumana”, AMLO remarcó que “la paz, no hay que olvidarlo, es fruto de la justicia”.
“Además, vamos a dar resultados de cómo vamos avanzando. Y nuestros adversarios con sus voceros y achichincles tratan de confundir, desinformar, manipular, diciendo: ‘¡Qué barbaridad! ¡Nunca ha habido tanta violencia en México como ahora!’ Pues no es cierto, si hubiésemos continuado con la misma política que se impuso desde que se declaró la guerra a la delincuencia organizada el país estaría en completa descomposición, ingobernable.
“Pero todos esos no dicen nada de cómo ajusticiaban a personas, cómo aplicaban el ‘mátalos en caliente’, cómo creció en México el número de masacres, los índices de letalidad, cómo remataban a los heridos; todo eso se les olvida. Incluso hasta los religiosos, con todo respeto, que no siguen el ejemplo del papa Francisco, porque están muy apergollados por la oligarquía mexicana”, recriminó, soslayando que el Sumo Pontífice, que también pertenece a la Compañía de Jesús, externó “¡Cuántos asesinatos en México!” al lamentar las muertes de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, de 79 y 81 años, que fueron ejecutados el lunes 20 en el interior del templo de la comunidad tarahumara de Cerocahui, al proteger a un guía de turistas que huía de los sicarios.
El Presidente parece ignorar que los jesuitas son la agrupación intelectual más importante, influyente y poderosa de la Iglesia católica. A esta orden religiosa perteneció un ilustre veracruzano: Francisco Javier Clavijero, quien en junio de 1767, en tiempos de las reformas borbónicas y, en el marco del conflicto Iglesia-Estado, junto con otros de sus hermanos sacerdotes fue expulsado del país por orden del rey Carlos III, mediante un decreto en cuyo último párrafo decía: “y pues de una vez para lo venidero deben saber los súbditos del gran Monarca que ocupa el trono de España, que nacieron para callar y obedecer y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno.”