El planteamiento de la titular y Presidenta de la CNDH, Rosario Piedra Ibarra, ante la Comisión Permanente del H. Congreso de la Unión, para reformar e incluso impulsar una transformación de raíz en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, no está causando un buen ambiente.
Y es que al entregar su informe de labores dijo que el ente ya no responde a las necesidades de todo el pueblo de México, y muy respetuosamente pienso que su posición es bastante discutible, requiriendo evaluarse de manera más profunda y desde enfoques con ideas, alejadas de cualquier ocurrencia.
El tema provocó controversia al proponer cerrar el organismo autónomo, pues hoy más que nunca en México otro autónomo (INEGI) -entre otras fuentes- nos vienen diciendo de la existencia de personas desaparecidas y del elevado número de denuncias constantes contra la violencia en su conjunto y ni que decir de la seguridad pública, procuración de justicia y administración de la justicia, mismas que además, no atraviesan por sus mejores momentos.
Recordemos que en 1992 justo por el empujamiento social y fuertemente por la izquierda es que surgió la CNDH, y tratar de sustituirla - como plantea Doña Rosario - por una Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo, pareciera mandar al baúl y el drenaje del olvido el carácter focalizado de especificidad en materia de derechos humanos.
Además, ese empujamiento no fue producto del neoliberalismo, más bien fue por la dinámica y el esfuerzo de la izquierda como alguna ocasión nos platicó Don Gonzalo Martínez Corbalá - muy cercano al Ing. Cuauhtémoc Cárdenas y familia - en una de las charlas con las que solía distinguir a quienes le oímos y conocimos al diplomático, luchador social, parlamentario, y político potosino y mexicano.
Y es que más allá del mensaje del Presidente López Obrador en torno a la iniciativa que anunció presentará con un proyecto para eliminar cuando menos a 10 de los organismos autónomos existentes; creo que la reforma o transformación de la CNDH necesariamente lleva a tener que considerar resortes más profundos de opinión en busca de la mejor decisión, pues los derechos humanos no es cuestión de una moda.
He oído al Mandatario descartar a la CNDH en el paquete de las reformas, pero la titular de ese organismo parece querer sumar al ente a la lista, lo que resulta inédito e inentendible, de ahí las reacciones.
Los derechos humanos llevan a enmarcar libertades de todos los seres humanos por el simple hecho de ser personas, sin la mínima distinción y naturaleza sea de raza, nacionalidad, sitio de residencia, color, origen, sexo, etnia, religión, lengua u otra condición o dicho de forma diferente, no es un asunto de modas o etiqueta social.
Los derechos humanos se llaman derechos humanos y son inalienables,- así lo sostienen las normas en todo el mundo no sólo en México - y esto "quiere decir que nada, ni nadie, puede quitárselos a una persona; son inherentes, lo que significa que son esenciales y propios de las personas", pero cambiar nombre de la CNDH por el de "Defensoría Nacional de los Derechos del Pueblo", es una ocurrencia que en nada abona en favor de proteger las libertades humanas en uno de los momentos de lastimadura social elevada y creciente en todo el País y en gran parte de la población.
Se reabrieron las puertas para las corridas de toros en la Plaza México en medio de una batalla legal y social. Incluso, el Jefe del Poder Ejecutivo Federal propuso el método de consulta popular para decidir la permanencia o prohibición de los toros en la Cdmx.
La temporada de reapertura, será con nueve corridas que se celebrarán entre el 28 de enero y el 24 de marzo, incluyendo un cartel de aniversario y otro confeccionado únicamente con matadoras.
La Monumental de México es la plaza de toros más grande del mundo con 42 mil asientos, y durante el lapso que se mantuvo la prohibición funcionó siendo sede de conciertos, juegos de tenis y festivales de música.
El hecho seguirá provocando acciones y reacciones en medio de la agenda política electoral.
¡ES CUANTO!