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Dedicó toda su vida a escribir desde niño hasta las últimas horas de su vida.
Ahora pasa a la trascendencia por la vasta obra que deja como todo un legado a las letras entre los más grandes escritores de la era moderna.
El peruano más universal de los últimos tiempos, se convirtió como todos los más grandes personajes de la literatura, en un lector y escritor apasionado con una disciplina férrea, estoica y casi militar en un horario estricto para dedicar muchas horas del día a escribir con un rigor auto impuesto de forma hasta autoritaria.
Para exigirse así mismo el tiempo indispensable, prohibiéndose no tener una mínima distracción que pudiera afectar a la inspiración de su arte de escribir concentrado en alguna de sus muchas novelas que tenía en turno y que al final se convirtieron en lectura obligada y en los clásicos de la literatura universal.
El sufrimiento desde niño en los problemas familiares que le obligaron a vivir con un padre que le formó con la estricta disciplina militar para intentar desviar su obsesión desde niño a su pasión de leer las obras universales desde Dumas, Víctor Hugo, Cervantes y muchos que comenzó a conocer y entender de su grandeza con la pluma.
Mario, decía que ocupaba largas horas para escribir a mano en libretas sus novelas y después enviarlas a los editores.
Por su estricta disciplina en escribir, orgulloso comentaba en las entrevistas de que no se permitió distracción con la era digital por lo que nunca supo de lo que es navegar en las redes sociales o de tener el manejo personal de un correo electrónico, y decía que lo hacía para no afectar a la concentración en su labor de escritor y quizá tuvo razón, porque la gente en todo el mundo, dedica muchas horas de felicidad que da el placer de conectarse con personas de todo el planeta y tener a la mano un mar de información.
Los problemas familiares sufridos desde su niñez, le provocaron muchos traumas con los que se obligó a encontrar su propio mundo desde un apasionado del amor con mujeres mayores o de parentesco consanguíneo como para blindarse de todo lo que le fuera a propiciar cierta inseguridad, y construyó murallas infranqueables a quién nunca demostró debilidad o frustración a toda una vida de lucha interna con sus propios demonios, que lo hicieron vivir en un mundo propio siempre en la intimidad de su privacidad y darse tiempo para sus grandes amores con las mujeres de su vid, además con el único fin de poder leer y escribir.
Al final de la vida como en el después del retorno de un largo viaje por más de ocho décadas en el amor y el desamor conjuntado con sus pasiones, logró recuperar la paz de una vida familiar con sus hijos y la que había sido su esposa en las buenas y en las malas.
Después de ese largo viaje en que convirtió su vida de escritor Mario Vargas Llosa, el premio Nobel de Literatura que con sus obras pudo vivir como un hombre intelectual que superó las adversidades de la necesidad y poder cerrar la última página de su libro de vida personal con felicidad y siempre en la intimidad de su hogar.
Los recuerdos a sus entrevistas a sus frases universales y puntuales como aquella que puso a temblar a todo el sistema de un país cuando dijo de México que vivía en "la democracia perfecta".
O la causa del puñetazo dado a su amigo Gabo, algo de lo que nunca dijo, ni explicó la causa del exabrupto con el otro Nobel colombiano que fueron grandes amigos y nunca más volvieron a hablarse ni verse después de aquel acontecimiento, que no significó o impidió el poder hablar de las obras escritas con la precisión de no mezclar la literatura con los temas emocionales.
Mario Vargas Llosa, ante todo fue como el Quijote de la triste figura de Cervantes, y que siempre luchó y pensó en el sueño imposible hasta el inmolarse con una efímera idea de ser político y presidente de su país, algo que no logró a diferencia de haberse convertido en uno de los grandes personaje de pensamiento universal que su vida abarcó la trascendencia de vivir en la época difícil de cambios entre dos siglos y dos milenios.
Después de un largo viaje a Ítaca lleno de aventuras y sabio, expiró sin tener ninguna enfermedad a sus 89 años rodeado de sus hijos en el domicilio familiar este 13 de abril en la paradoja triunfal de un domingo de ramos en donde alcanza la trascendencia universal en la fecha más grande para el pueblo cristiano milenario en que se conmemora la entrada de Jesús de Nazaret a Jerusalém, fecha que el destino unió a Mario Vargas Llosa a tener un final feliz en una fecha memorable y que el universo le concede a un hombre de una dimensión singular que se une a la grandeza de la posteridad, RIP.
Sus grandes obras: la Fiesta del Chivo; La Ciudad y los Perros; Travesuras de la Niña Mala; Conversación en la Catedral; La Casa Verde; La Tía Julia y el Escribidor; Los Cachorros; La Guerra del Fin del Mundo; Le Dedico mi Silencio; Pantaleón y las Visitadoras; Los Jefes; El Sueño del Celta; Lituma en los Andes; Tiempos Recios; El Hablador; Cinco Esquinas; Elogio de la Madrastra; La Civilización del Espectáculo; El Pez en el Agua; ¿Quién mató a Palomino Molero? Y otras novelas más de toda una obra prolífica de contribución a las letras universales.
Sus hijos Alvaro, Gonzalo y Morgana, dieron a conocer la fatal noticia de la muerte de su señor padre, el nobel de literatura que deja un enorme legado de su brillante prosa literaria con una importante producción de novelas, ensayos y publicaciones periodísticas, que ahora lo llevan al paso de la inmortalidad. Así las cosas.