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08 de abril del 2025
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Crónicas del Poder

Festival del Mar: Cultura, inversión y democracia participativa

2025-04-08 | 07:18 a.m.
Festival del Mar: Cultura, inversión y democracia participativa
Diario del IstmoDiario del Istmo

En medio de un panorama nacional donde la cultura suele relegarse a los márgenes presupuestales y la participación ciudadana se reduce a discursos sin sustancia, el anuncio, el jueves pasado, de la gobernadora de Veracruz, Rocío Nahle García, sobre el regreso del Festival del Mar en Coatzacoalcos, los días 12 y 13 de agosto, representa una bocanada de aire fresco —y también una oportunidad estratégica.

Este festival, que nació como una respuesta resiliente a una tragedia ambiental, fue una apuesta inteligente del entonces alcalde de Coatzacoalcos, Iván Hillman Chapoy.

En su momento, transformó el desastre ecológico en detonante de una narrativa positiva: la de una ciudad viva, con capacidad de generar arte, cultura y turismo en condiciones adversas. 

El evento fue un ejemplo de cómo una gestión cultural audaz puede reconfigurar el imaginario colectivo de una ciudad y sentar bases para una reactivación económica.

Hoy, en 2025, con una administración estatal decidida a marcar ritmo y territorio, el relanzamiento del Festival del Mar no es solo un gesto simbólico, sino una estrategia de alto impacto. 

En un país donde el turismo cultural representa más del 7.5 % del PIB turístico nacional y emplea a casi 500 mil personas de manera directa, según datos del INEGI, no invertir en este sector es, sencillamente, perder una oportunidad de oro.

POLÍTICAS PÚBLICAS SOSTENIDAS 

En Coatzacoalcos, un puerto golpeado por la inseguridad, la migración forzada y el abandono en algunos sectores, el turismo cultural puede ser un instrumento de transformación si se lo toma con seriedad. No se trata solo de conciertos y espectáculos: se trata de infraestructura, hospitalidad, memoria y futuro.

Un dato revelador: según la Secretaría de Turismo (SECTUR), el gasto promedio de un turista cultural nacional es de 4,200 pesos por estancia, casi el doble que el del turista tradicional.

Es decir, atraer visitantes mediante una agenda cultural sólida puede traducirse en ingresos directos para la hotelería, la gastronomía, el transporte y el comercio local.

Pero esto no ocurre por decreto. Para que iniciativas como el Festival del Mar trasciendan lo anecdótico, se necesita más que entusiasmo.

Se requiere una política pública sostenida, con visión de largo plazo, que contemple alianzas estratégicas con el sector privado, universidades, colectivos artísticos y, sobre todo, con la ciudadanía.

Ya en septiembre del año pasado, Agustín Dany Jiménez, impulsor y defensor de la cultura como motor de cohesión social, hablaba de la necesidad de hacer retornar el Festival del Mar a Coatzacoalcos.

Dany Jiménez fue parte activa de la organización. Hoy, desde su trinchera en la Alcaldía Cuauhtémoc de la Ciudad de México, ayuda a proyectar un modelo de presupuesto participativo, donde ciudadanos deciden directamente el destino de 166 millones de pesos, bajo supervisión del Instituto Electoral.

UN MODELO QUE SE PUEDE APLICAR A VERACRUZ 

Este modelo —que representa hasta el 4 % del presupuesto anual de esa demarcación— ha demostrado que la gente sabe y quiere decidir en qué se invierten sus recursos. No solo se ha replicado en más de 40 ciudades del mundo, como Seúl y Atlanta, sino que en México permanece limitado a la capital. ¿Por qué no extenderlo a las ocho ciudades más grandes de Veracruz?

Con una estimación conservadora, si ese modelo se adoptara en Xalapa, Veracruz, Coatzacoalcos, Poza Rica, Orizaba, Minatitlán, Córdoba y Boca del Río, podrían liberarse anualmente más de 1,000 millones de pesos para proyectos definidos por la ciudadanía: festivales, centros culturales, rehabilitación de espacios públicos, rutas turísticas o mercados de artesanías.

La cultura no es un lujo ni un gasto: es una inversión. Según la UNESCO, por cada dólar invertido en cultura se generan hasta 1.7 dólares en valor económico. Pero más allá de lo cuantificable, está lo cualitativo: cohesión social, sentido de pertenencia, orgullo comunitario.

Y hay una segunda lección: la democracia no se agota en las urnas. Se construye cotidianamente, en la toma de decisiones, en la vigilancia del gasto público, en el ejercicio de derechos culturales y ciudadanos.

El regreso del Festival del Mar debe ser más que una postal para el Instagram institucional. Puede y debe ser el punto de partida de una nueva política cultural y de participación ciudadana en Veracruz.

Una que entienda que el verdadero desarrollo no se mide solo en cemento, sino también en creatividad, memoria, música y comunidad.

El reloj ya está corriendo. El sur del estado lo sabe: no hay desarrollo sin dignidad. Y no hay dignidad sin cultura.

AL OÍDO 

Ante la falta de una autoridad electoral que vigile los protocolos y el cumplimiento de las reglas, en gran parte del territorio veracruzano se han estado violando las leyes en la materia. 

A pesar de que las campañas inician el 29 de abril, los candidatos llevan semanas —o quizá más de un mes— recorriendo distritos sin que ninguna autoridad los interponga. 

En algunos casos, incluso están utilizando las áreas de comunicación social de los ayuntamientos en funciones para promover a los aspirantes del alcalde en turno. 

¿Dónde está el OPLE? Ya debería lanzar una alerta la Comisión de Búsqueda para encontrarlo.

Contáctanos: 

joluperezcruz@hotmail.com

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