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El 10 de mayo, tradicionalmente celebrado en México como el Día de las Madres, se ha transformado en la última década en una jornada de lucha, dolor y exigencia por parte de miles de mujeres conocidas como las "madres buscadoras". Lejos de los festejos convencionales, estas mujeres han resignificado este día a partir de la ausencia de sus hijos e hijas víctimas de desaparición forzada, convirtiéndolo en una poderosa manifestación social que interpela a las instituciones y a la sociedad en su conjunto.
México vive una crisis de desapariciones que, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas, supera ya las 110,000 personas reportadas en paradero desconocido. El fenómeno trasciende cifras: representa miles de historias truncadas, familias devastadas y comunidades enteras sumidas en la incertidumbre. En el epicentro de esta tragedia se encuentran, principalmente, las madres de los desaparecidos, quienes han decidido enfrentar la inacción, la impunidad y, en muchos casos, la complicidad estatal.
El movimiento de las madres buscadoras ha adquirido relevancia internacional por su incansable labor. Armadas, muchas veces, solo con fotos, palas y esperanza, estas mujeres han asumido la tarea de búsqueda que las autoridades han sido incapaces de garantizar. Las madres se han unido en colectivos en distintos estados del país, organizando jornadas de búsqueda en campo, manifestaciones, talleres de documentación y acciones legales ante instancias nacionales e internacionales.
Detrás de cada marcha el 10 de mayo subyace un grito de dignidad y exigencia: verdad, justicia y reparación. Las madres buscadoras, al exigir estos derechos, desafían el clima de violencia, negligencia y, en ocasiones, intimidación oficial, consolidándose como defensoras de derechos humanos en un contexto sumamente adverso.
El Día de las Madres, resignificado por las buscadoras de desaparecidos, exhibe los grandes pendientes en materia de Estado de Derecho en México: la ausencia de investigaciones efectivas, la impunidad de los perpetradores, el uso insuficiente de tecnologías forenses y la falta de acompañamiento psicosocial a las familias. Esta realidad constituye una violación sistemática del derecho a la verdad, la justicia y la reparación, principios fundamentales reconocidos en tratados internacionales como la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas.
El protagonismo de las madres buscadoras resalta, asimismo, la urgencia de fortalecer las instituciones de procuración de justicia y la necesidad de políticas de Estado que garanticen la no repetición, reconozcan la labor de quienes buscan y prevengan nuevas desapariciones.
La jornada del 10 de mayo se ha ido consolidando como un espacio de memoria, resistencia y solidaridad. Lejos del desamparo y la resignación, constituye un llamado a la acción urgente de las autoridades, la sociedad y la comunidad internacional. Las madres buscadoras son un símbolo de la incansable lucha por la dignidad humana y la vigencia plena del Estado de Derecho.
Como sociedad, tenemos la responsabilidad de amplificar sus voces y acompañar sus demandas. En el México contemporáneo, el Día de las Madres representa una batalla por los derechos humanos más básicos: el derecho a la verdad, la justicia, la memoria y, sobre todo, la esperanza.