Una de las acciones más crueles del género humano es la guerra.
Esta no la hacen ni los animales feroces.
Nadie ha visto a los leones africanos ir a combatir a los tigres siberianos. Tampoco a los leones del Congo luchar contra los leones de Sudáfrica.
Sin embargo, como si los humanos no tuviésemos suficientes problemas con las hambrunas y epidemias, a estas alturas y en pleno siglo XXI, una superpotencia como lo es Rusia invade a un país pequeño y masacra a su juventud en aras de extender su dominio militar, económico y territorial. Ucrania es un país muy rico en recursos naturales.
Dicha invasión se da ante la mirada atónita de algunas naciones y de la total indiferencia y pasividad de otras.
Si los Estados Unidos hubiesen invadido a Venezuela o Cuba, habría multitudes de simpatizantes de esas dictaduras tomando las calles, manifestándose, quemando banderas norteamericanas o incluso, como ya lo han hecho en el pasado, apedreando la embajada de esa nación.
Pero ahora es Rusia la que invade y como fue comunista, tiene simpatizantes radicales que por esa misma razón no hacen protesta alguna.
Además Ucrania está muy lejos. La mayoría de la gente no sabe ni siquiera dónde se ubica.
Pero una agresión es siempre una agresión y debemos condenarla todos.
Antes, la propaganda nos presentaba a la guerra como algo idealista, heroico y hasta necesario para defender supuestos valores.
Ahora sabemos que atrás de cada acción bélica hay poderosos intereses económicos, políticos y de control que se mueven tras bambalinas. Los países totalitarios fuertes causan daños a las naciones débiles.
El presidente Ruso actúa igual que los antiguos zares a cuya dinastía derrocó la revolución bolchevique.
Y también lo hace igualito que los sátrapas que gobernaron a la URSS durante la época negra del comunismo. Ahora las redes sociales nos muestran sin ninguna censura la crudeza y el verdadero rostro de la guerra. Jóvenes ucranianos muertos, despedazados, regados en los campos y las carreteas ucranianas. Los invasores apilan los cadáveres sin compasión alguna, como si fuesen muñecos de trapo. Vidas truncadas. Familias dolidas. Tierra quemada.
Kiev la capital está siendo bombardeada según afirman algunos. Es una de las ciudades más hermosas del mundo. Se dice por ejemplo, que toda ciudad tiene un jardín. Pero KIEV es un jardín que tiene dentro una ciudad. Todo esto se destruirá si la guerra no cesa.
Oremos por la paz, por la vida y tranquilidad de los ucranianos. Manifestemos nuestra enérgica protesta a través de las redes sociales, para que la presión mediática internacional, responsablemente ejercida, haga que Rusia reconozca su error y desaloje el país invadido.
Si eso no se hace así, hoy es Ucrania. Mañana puede ser otra nación pequeña, incluso la nuestra.
Actuemos ahora con civilidad y usemos la oración y la presión mediática para evitar que ese conflicto escale a nivel mundial, con todas las consecuencias nefastas para la humanidad entera.
No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.