¡Ah, Veracruz, mi tierra de café, ron y buen humor, otra vez dando de qué hablar!
Esta vez no es por nuestras playas ni por nuestros tamborileros, sino porque los policías del Mando Único de Córdoba decidieron dar un paso más hacia el arte del desestrés laboral, organizando una posada navideña con todo y bailarina exótica.
Sí, esa misma que bailó al ritmo de "Mesa que más aplauda" en las instalaciones oficiales. ¿Qué tal? Si eso no es servicio comunitario, no sé qué lo sea.
No es que sorprenda. Veracruz es especialista en convertir lo oficial en oficioso y lo solemne en chacota.
Ya antes habíamos visto eventos memorables como aquel festejo del Día de la Mujer en 2016, donde se armó un bailongo de strippers uniformados que dejaron más corazones acelerados que cualquier operativo contra la delincuencia.
Aquella vez, hasta un payaso llamado Pipirrín fue la cereza del pastel, contando chistes tan sexistas como un regaño de tía en Navidad.
Volviendo al caso reciente, las opiniones están divididas. Algunos dicen que los polis también son humanos y tienen derecho a relajarse, mientras que otros, con más amargura que café recalentado, se quejan de que el presupuesto se va en pachangas en lugar de reparar baches o iluminar calles.
Y es que, como diría mi compadre Pancho, "pa´ el desmán siempre hay feria".
El director de Protección Ciudadana y Seguridad de Córdoba, Enrique Morales Tolentino, se deslindó más rápido que un bolero cuando ve llover.
Aclaró que la Policía Municipal no tuvo nada que ver y que cada quien celebra en su rancho.
Mientras tanto, la SSP guardó silencio, probablemente para evitar agregarle más leña al fuego. Total, ya se sabe que en estos casos las declaraciones oficiales son como el árbol de Navidad: llenas de adornos y pocas luces.
Eso sí, el delegado del Mando Único, don Nicolás Magdaleno Pantaleón, ya fue llamado a Xalapa para "investigaciones pertinentes". Un eufemismo elegante para decirle: "Compadre, ¿qué estabas pensando?" Mientras tanto, el teniente apodado "Furia" tendrá que regresar también, dejando a la delegación con la incertidumbre de quién será el próximo mandón.
Lo que más llama la atención es que, pese a los repetidos escándalos, la historia parece cíclica.
Como si cada administración tuviera una apuesta no escrita para ver quién organiza el despapaye más creativo. Eso, o es que los protocolos para fiestas oficiales se quedaron en el siglo pasado, justo donde también quedaron las esperanzas de muchos veracruzanos de que algún día las cosas cambien.
Ahora bien, no nos hagamos. Este tipo de eventos no son exclusivos de Veracruz.
La diferencia es que aquí tenemos un don especial para convertir el drama en comedia y la noticia en trending topic.
Y si alguien dudaba de la capacidad exportadora de nuestro estado, aquí tienen otro ejemplo: el "know-how" para organizar fiestas épicas con presupuesto público.
Por supuesto, las redes sociales hicieron lo suyo. Comentarios iban y venían, desde los que pedían "más baile y menos balazos", hasta los que exigían que se investigue cómo se financió el evento.
Todo mientras los memes se multiplicaban más rápido que los "primos" que aparecen cuando cobras la quincena.
Pero más allá de las risas y el escándalo, esta situación pone sobre la mesa un debate importante: ¿Cómo queremos que se administre nuestro dinero? Porque si bien no es malo que los elementos de seguridad se relajen, también es cierto que la ciudadanía espera que las instituciones se comporten con profesionalismo, especialmente en tiempos donde la confianza en las autoridades anda más baja que un fandango sin jaraneros.
Y aquí está la clave: el respeto a las instituciones. Porque si algo queda claro es que estos escándalos afectan la imagen de una corporación que debería ser ejemplo de orden y disciplina.
Es como si el mariachi llegara a tocar "El Ratón Vaquero" en lugar de "La Negra"; simplemente no cuadra.
Veracruz merece algo mejor. Merece que sus autoridades se tomen en serio el papel que tienen en la sociedad. Y también merece ciudadanos que se animen a exigir, no solo a criticar desde la comodidad de un teclado.
Porque si algo hemos aprendido es que el cambio no viene solo; hay que buscarlo, trabajarlo y, de ser necesario, bailarle al son que sea, pero siempre con dignidad.
Mientras tanto, aquí seguiremos, entre cafés y carcajadas, viendo cómo Veracruz sigue siendo noticia.
Esperando el día en que esa noticia sea algo que nos llene de orgullo y no solo de memes.
Porque si algo nos sobra a los jarochos es esperanza y, claro, buen humor para aguantar lo que venga. ¡Que viva Veracruz, carajo!
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