Comienzan de manera oficial las campañas presidenciales y con ello todo tipo de estrategias que llevan a la ciudadanía a formar una postura respecto a su voto el próximo 2 de junio. De entrada, las encuestas favorecen a Claudia Sheinbaum, la opositora más cercana es Xóchilt Gálvez y quien tardíamente aparece en la contienda es Jorge Álvarez Máynez.
El perfil de los contendientes ha mudado de contrastes según el partido que representan, la postura de Claudia es clara, dar continuidad al movimiento de transformación que, si bien ha perdido adeptos, sigue siendo el más fuerte a nivel nacional. Por su parte Xóchilt obedece a una estrategia tripartita que de entrada no le es favorable pues divide la percepción de la población, el mensaje no llega de manera uniforme pues cambia según el partido de la coalición con el que juega. Por último, Jorge no alcanza los niveles de identificación con la sociedad, no es una figura representativa y más bien tiene la única misión de que Movimiento Ciudadano sobreviva.
Bajo los distintos panoramas podríamos decir que la propuesta final será Claudia, sin embargo, no hay peor error que cantar victoria antes de tiempo, pues las encuestas podrían despuntar para su opositora y al final son sólo un reflejo general de quienes han llegado a participar en los comicios electorales, queda pendiente un gran número de personas desencantadas de procesos democráticos, que no se sienten convencidas bajo ninguna propuesta actual. Ese número sigue siendo considerable como para dar la victoria a cualquiera de los contendientes ajenos a la transformación.
Más allá de las encuestas están las propuestas de campaña, el estilo de cada una bajo las diversas asesorías: el de Claudia es mesurado, si bien reitera el seguimiento a las obras del actual presidente, cuida a detalle su enfoque y procura ser cautelosa con sus propuestas, dejando así la posibilidad de ganar el voto de quienes el presidente tacha de “conservadores”, en la otra parte la oposición en ambos frentes toma como eje central la inseguridad, el punto más débil de la actual gestión y en donde menos se han visto resultados.
No es casualidad que Xóchilt arrancara su campaña en Fresnillo, Zacatecas y Jorge en Lagos de Moreno, Jalisco, ambos municipios con altos índices de violencia e inseguridad. Ambas propuestas ponen el foco de atención en la inseguridad creciente en el país, sin embargo Álvarez Máynez mantiene la estrategia de Samuel García, atacando a la vieja política que está representada en el PRIAN, estos partidos son la bandera de Xóchilt quien ha terminado firmando un pacto con sangre por mantener los programas sociales que tanto enaltecieron a López Obrador, aunque él no fue el precursor de los mismos, si fue la figura que se encargó de abanderarlos y extenderlos como parte de su campaña y priorizar a los pobres.
Por su parte Claudia quiere ser la presidenta de la educación, sin necesidad de puntualizar en los errores de su antecesor, puede promover nuevos panoramas que comienzan con la atención de problemas básicos, sin necesidad de hacer promesas alarmantes pues sigue siendo puntera en las encuestas.
Detrás de los números comienza el verdadero trabajo, estrategias que pueden cambiar el panorama rumbo a junio 2024, como la contratación de bots no regulados en cuando exhibición pública regulada por el INE, la alianza con industrias privadas para retirar contenido que pueda dañar la reputación de algún contendiente o incluso generar mayor exposición ante un público joven mediante plataformas digitales pues este contenido aún no tiene regulación.
Además, en este proceso electoral estarán en juego 20,000 cargos de elección popular que van de la mano con las propuestas presidenciales, donde la población deberá tener un voto informado, procurando conocer de manera independiente a cada contendiente y no votar únicamente por el incentivo de color, de lo contrario terminaremos con propuestas que no lleguen a ser del todo convincentes y que nos desilusionen en su ejecución.