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El día viernes 2 de mayo, durante la realización de los “Cholula Games” en San Andrés Cholula, Puebla, la atleta universitaria Laura Nayeli Hernández Clemente perdió la vida en circunstancias que hoy están siendo señaladas como el resultado directo de una cadena de omisiones e irresponsabilidades.
Laura Nayeli, estudiante y atleta de la Universidad Anáhuac Xalapa, se desplomó en plena competencia. Según los reportes, sufrió una descompensación por falta de oxigenación, lo que derivó en un paro cardiorrespiratorio.
Sin embargo, el drama no terminó ahí. El escándalo comenzó con la falta de respuesta por parte del equipo médico presente en el evento.
Testigos y familiares denunciaron que la atención fue tardía, desorganizada e inadecuada. Se habla de personal sin la formación necesaria, camillas mal manejadas, una ambulancia sin equipo conectado y un evento que jamás se detuvo mientras la joven luchaba por su vida.
Los responsables de los Cholula Games, lejos de asumir alguna responsabilidad, emitieron un comunicado en el que aseguraron haber brindado atención médica “en el lugar” y trasladado a la atleta “con vida” a un hospital del IMSS.
Sin embargo, este intento de deslindarse contrasta con los testimonios presenciales que retratan un escenario caótico, sin protocolos, sin control y sin humanidad.
Lo que agrava aún más la situación es que esta no es la primera vez que se denuncia negligencia en estos eventos. Apenas el año pasado, se reportó la muerte del atleta de CrossFit Lazar Dukic, también en el marco de una competencia presuntamente mal organizada.
Las similitudes entre ambos casos han encendido las alarmas y generado un llamado urgente a la regulación y supervisión de estos torneos, que operan en muchos casos sin la más mínima vigilancia de autoridades deportivas o sanitarias.