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La secretaria del Trabajo y Previsión Social, Marath Bolaños, anunció este primero de mayo que el país iniciará un proceso gradual para reducir la jornada laboral semanal de 48 a 40 horas.
La iniciativa, impulsada por la presidenta Claudia Sheinbaum, responde a una demanda histórica de la clase trabajadora y forma parte del llamado "segundo piso de la transformación".
Durante poco más de un mes, se llevarán a cabo foros de diálogo en distintas ciudades del país, donde participarán trabajadoras, empleadores, académicos y sociedad civil. La finalidad: construir una propuesta sólida, basada en el consenso.
"Estamos hablando de una medida que busca mejorar el bienestar sin sacrificar la productividad", dijo Bolaños, quien aclaró que este cambio no implicará pérdidas económicas para las empresas, sino una redistribución del tiempo que dignifique la vida de los trabajadores.
"Les devolvemos ocho horas a la semana: para su familia, para su vida, para lo que quieran", afirmó.
Claudia Sheinbaum subrayó que esta transformación debe surgir de un diálogo entre todos los sectores productivos.
Uno de los primeros pasos del gobierno fue reestructurar el sistema de contratación en el propio aparato federal: ya no se recurrirá a empresas externas para la limpieza, sino que se promoverán cooperativas formadas por los propios trabajadores.
México se sumaría a países como Ecuador, Chile, Canadá, Austria, Italia, Corea del Sur y Suecia, donde la semana laboral de 40 horas ya es una realidad. En algunos casos, como Francia, incluso se han establecido jornadas de 35 horas.
Esta reforma marca un giro de fondo en la historia laboral del país. Con diálogo, gradualidad y visión, México avanza hacia una semana laboral más humana.