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La tranquilidad de los habitantes de la localidad de Chapa-Chapa se ve sacudida por el temor a una posible tragedia, el muro de contención junto al río, destinado a proteger a las familias, ha sido irremediablemente socavado por la fuerza de dos corrientes: el río Chapachapa y el río Paxil, esta situación coloca a casi 400 personas al borde de una inundación catastrófica.
"Desde que terminaron los gaviones, el agua empezó a golpear de frente y, en menos de seis meses, el muro quedó muy dañado", advirtió José Luis Acosta Hernández, uno de los pobladores más veteranos de Chapa-Chapa, "hoy podemos pasar bajo el muro casi parados, porque el Río Chapa-Chapa ha desgastado más de un metro de su base, esto no es una simple fisura: es un riesgo inminente".
Chapachapa se ubica a escasos metros de dos cauces que convergen en esta región: el Chapa-Chapa, que fluye por el lado derecho, y el Paxil, que desemboca desde la izquierda, cuando ambas corrientes chocan, generan una fuerza hidráulica que azota sin tregua el muro de contención, construido con gaviones —estructuras de piedras sujetas por malla metálica—, sin embargo, el "seguro" de protección no ha cumplido su cometido: apenas meses después de su instalación, el río ha desmoronado buena parte de este sistema de contención.
"Estamos hablando de una zanja de más de un metro junto al muro", explicó Acosta Hernández, "si llega a presentarse una creciente fuerte, el muro no va a soportar y el agua entrará a media Chapa-Chapa. No solo corre peligro nuestra comunidad, sino también Santa Cruz, que quedaría arrasada".
No es la primera vez que Chapa-Chapa enfrenta el poder devastador de sus ríos, en noviembre de 2021, una creciente histórica elevó el nivel del agua hasta el campo deportivo de la comunidad, que entonces se vio convertido en un dique de contención improvisado: "Aquel día vimos el agua entrar como una marea", rememora un vecino, "entre la gente corría el pánico, porque sabíamos que el muro no resistiría, al final, cedió y el río inundó buena parte de la localidad", cualquier rescoldo de esperanza se llevó con el agua, pero ahora la memoria revive con el nuevo socavón.
Llamado urgente a autoridades: Protección Civil, Gobierno estatal y federal, atención inmediata
La comunidad exige intervención urgente de las autoridades: "No vamos a esperar a que el muro desaparezca y el agua arrastre casas y vidas", subraya Acosta Hernández, hasta el momento, ni Protección Civil estatal, e incluso la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), han implementado un plan de contingencia o reforzado la protección existente.
"Necesitamos que actúen ahora: reforzar el muro, desviar parcialmente las corrientes o habilitar un sistema de drenaje provisional", exige el poblador, "no basta con promesas: los gaviones tienen un seguro, pero hasta hoy no hemos visto a nadie hacer válida esa garantía".
Chapa-Chapa alberga a cerca de 400 habitantes, muchos de los cuales viven de la agricultura y las pequeñas tiendas de abarrotes, el temor se palpa en cada mirada, pues un desbordamiento podría borrar del mapa la comunidad y arrasar con hogares, cultivos y animales, vecinos de localidades aledañas, como Santa Cruz, también se mantienen en alerta, pues saben que una creciente severa los alcanzaría sin dar oportunidad de reacción.
"La próxima lluvia intensa podría ser la última línea de defensa perdida", advierte un padre de familia, "el río no avisa cuando viene lleno de fuerza, estamos expuestos".
Mientras el nivel del río Chapa-Chapa continúa socavando la base del muro, el reloj avanza inexorablemente, cada día que pasa sin una intervención concreta es una sentencia de riesgo para todos los que habitan en la rivera, Chapa-Chapa y Santa Cruz se aferran a la esperanza de que las instancias responsables atiendan el llamado antes de que el agua se lleve, como un torrente imparable, todo lo que encuentran a su paso.
La situación es crítica y no admite más demoras, Chapa-Chapa necesita protección hoy, no mañana, de lo contrario, la fuerza del río reiterará su devastadora advertencia: frente al abandono, solo queda el lamento de quienes perdieron hogar, patrimonio y, en el peor de los escenarios, vidas humanas.