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Seguramente has notado que, a diferencia de otras festividades religiosas que tienen un día fijo en el calendario, la Semana Santa cambia cada año. En 2024, ni siquiera llegó al mes de abril, pues del Jueves Santo al Domingo de Resurrección abarcó los días 28 a 31 de marzo; pero en 2025, esperó a la tercera semana de abril.
El motivo es que esta celebración central del cristianismo, que recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, está sujeta a un antiguo cálculo basado en el calendario lunar, lo que provoca su variación anual.
La razón de este cambio tiene sus raíces en la relación entre la tradición cristiana y el calendario judío. Según los evangelios, la muerte de Jesús ocurrió en fechas cercanas a la Pascua judía, la cual se celebra el 15 del mes de Nisan (el primero del calendario hebreo), que coincide con la primera luna llena después del equinoccio de primavera.
Por ello, la Iglesia determinó que el Domingo de Resurrección debe celebrarse el primer domingo después de la primera luna llena que ocurre tras el equinoccio de primavera. A partir de esa fecha se determinan también los días del resto de la Semana Santa, como el Jueves y Viernes Santos.
Este cálculo no depende del calendario gregoriano (solar, que utilizamos todos), que rige la mayoría de los eventos civiles y religiosos fijos, sino de un sistema lunar que sigue el patrón de las fases de la luna.
De ahí que cada año, la Semana Santa pueda caer entre finales de marzo y principios o hasta mediados de abril.
Este año, las fechas clave de la Semana Santa fueron las siguientes: