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En México, conseguir empleo sigue siendo una misión imposible cuando se trata de edad. Aunque las cifras oficiales muestran una ligera mejoría en el mercado formal, los extremos generacionales (jóvenes y adultos mayores) enfrentan las peores barreras para conseguir un trabajo estable.
Sin embargo, en 2025 hay un grupo en específico que lo tiene aún más complicado, según datos oficiales: las personas mayores de 50 años.
De acuerdo con el INEGI, apenas el 1.8% de quienes superan los 65 años se mantienen activos laboralmente. El resto depende de apoyos familiares o programas sociales.
Pero los obstáculos no empiezan en la vejez: desde los 50 años, muchos trabajadores son descartados de procesos de selección, sin importar su trayectoria o competencias. Siete de cada diez dicen haber sido ignorados para promociones o nuevos puestos, únicamente por su edad.
En un plano apenas menos desfavorable, quienes tienen entre 40 y 49 años también ven reducidas sus oportunidades. Esta etapa, en la que muchas personas alcanzan su mayor madurez profesional, suele ser penalizada por empleadores que consideran que estos perfiles son más costosos o difíciles de adaptar a nuevos entornos.
En el otro extremo están los jóvenes. Para quienes tienen menos de 30 años, la bendita falta de experiencia es el principal obstáculo.
Aunque programas como Jóvenes Construyendo el Futuro intentan ofrecer herramientas para la inserción laboral, la realidad es que está normalizado que muchos egresen sin lograr empleos formales o con condiciones dignas. La tasa de desempleo en este grupo alcanza el 5%, casi el doble del promedio nacional.
En pocas palabras, el mercado laboral mexicano se encuentra actualmente en una paradoja: pues se rechaza tanto a quienes empiezan como a quienes ya tienen camino recorrido. Aunque la edad más difícil se considera oficialmente después de los 50, la discriminación laboral alcanza a más generaciones de las que parece.