El consumo de refrescos en México ha alcanzado niveles alarmantes, posicionando al país como uno de los mayores consumidores a nivel mundial. Esta tendencia no solo refleja hábitos culturales arraigados, sino que también plantea serias implicaciones para la salud pública.
México enfrenta una epidemia de obesidad y diabetes tipo 2, condiciones estrechamente ligadas al consumo excesivo de bebidas azucaradas como los refrescos.
Estas bebidas son una fuente significativa de calorías vacías, aportando energía pero careciendo de nutrientes esenciales.
Además, los refrescos están asociados con problemas dentales como caries y erosión del esmalte debido a su contenido ácido y azúcar, representando un desafío adicional para la salud bucal, especialmente entre niños y adolescentes, quienes suelen ser consumidores frecuentes de estas bebidas.
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) realizó un exhaustivo estudio de 46 bebidas, evaluando su cumplimiento con la normativa NOM-051-SCFI/SSA-2010 y otras especificaciones de etiquetado para alimentos preenvasados.
El estudio reveló que 22 refrescos analizados añaden azúcares y edulcorantes no calóricos, y uno contiene cafeína sin edulcorantes, lo cual puede resultar perjudicial en consumos diarios.
"La inclusión de estos aditivos, especialmente en concentraciones elevadas, ha generado preocupaciones significativas sobre sus efectos en la salud, particularmente en poblaciones vulnerables como los niños"
Entre las bebidas señaladas por Profeco por exceder las normativas y considerarse potencialmente dañinas, están conocidas marcas como:
Este informe subraya la necesidad urgente de fomentar hábitos de consumo más saludables y de implementar políticas públicas que regulen la producción y distribución de estas bebidas para proteger la salud de la población, especialmente la de los niños y adolescentes.