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Tras pactos con la DEA, Los Chapitos enfrentan su mayor crisis en el Cártel de Sinaloa
*¿Quiénes son los nuevos líderes del Cártel de Sinaloa?*
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La organización criminal que durante décadas dominó el tráfico de drogas en América ha entrado en una etapa de reconfiguración y crisis interna. El Cártel de Sinaloa, golpeado por operativos y fracturado desde la captura de Joaquín "El Chapo" Guzmán, enfrenta un escenario en el que solo dos figuras concentran el control operativo y financiero.
Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, hijos del célebre capo sinaloense y hoy encarcelado en Estados Unidos, conocidos como "Los Chapitos", son la facción que heredó el mando tras la captura de su padre y que se ha mantenido al frente del grupo a pesar de los múltiples reveses.
Con la detención de sus hermanos Ovidio Guzmán López ("El Ratón") y Joaquín Guzmán López, el liderazgo recayó enteramente sobre ellos. El nuevo equilibrio de poder no solo refleja un cambio generacional sino también una debilidad estructural dentro de la red criminal, de acuerdo con analistas y autoridades internacionales.
¿Qué significa esta reconfiguración para el narcotráfico en México?
El periodista especializado en seguridad, Óscar Balderas, considera que el Cártel de Sinaloa atraviesa uno de sus momentos más frágiles. En entrevista con la periodista Adela Micha, señaló que nunca antes se había observado una etapa tan crítica dentro de la dinastía Guzmán.
La mayoría de sus líderes principales han sido detenidos, extraditados o abatidos, y las estructuras que sostienen su poder territorial se han visto afectadas por operaciones federales y pugnas internas.
Esta fragilidad no significa, sin embargo, un desmantelamiento. Según Balderas, los dos hermanos que permanecen prófugos aún tienen la capacidad de coordinar lo que queda de La Chapiza, la facción que representa su dominio dentro del cártel.
Ambos han demostrado gran discreción en sus movimientos y han logrado eludir la captura gracias a un entorno de protección que se mueve con ellos, casi como una sombra.
Iván Archivaldo Guzmán Salazar, alias "El Chapito", se ha posicionado como el cerebro operativo. Es el encargado de las rutas de tráfico internacional y de los contactos logísticos.
Por su parte, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, "Alfredillo", mantiene el control financiero y participa en las gestiones de alto nivel, incluyendo negociaciones con proveedores de precursores químicos en Asia, esenciales para la producción de fentanilo.
Ambos son considerados por la Administración de Control de Drogas (DEA) como figuras clave del narcotráfico actual. Sus nombres aparecen en la lista de los criminales más buscados por el gobierno estadounidense, que ofrece recompensas de hasta 10 millones de dólares por información que permita su captura.
La pérdida de operadores estratégicos ha debilitado el brazo armado de "La Chapiza".
- Figuras como Kevin Alonso Gil, alias "El 200", han sido detenidas, y otras como "El Perris" han sido abatidas. A pesar de ello, los Guzmán Salazar mantienen el control en plazas clave de Sinaloa: Culiacán, Badiraguato y Navolato.
Estos territorios son vitales no solo por su valor simbólico dentro del cártel, sino también por su conexión con corredores de droga hacia Estados Unidos.
Las tensiones con el grupo de Ismael "El Mayo" Zambada, otro de los grandes líderes históricos del Cártel de Sinaloa, han aumentado la presión sobre los hermanos.
Un informe reciente de la DEA advierte incluso sobre una posible alianza entre "Los Chapitos" y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), lo que podría dar origen a una estructura criminal con presencia ampliada a nivel transnacional. Esta alianza, aún no confirmada, podría redefinir por completo el mapa del narcotráfico en América.
Para los analistas, la vulnerabilidad actual de "Los Chapitos" podría representar una ventana de oportunidad para el Estado mexicano. Si bien la organización aún conserva poder, las fracturas internas, la presión internacional y la constante pérdida de operadores clave han generado un contexto propicio para avanzar en su desarticulación.
Sin embargo, como advierte Balderas, su capacidad para adaptarse y mantenerse en libertad indica que aún queda un largo camino antes de que se logre una disolución efectiva del grupo. Lo que vemos no es el final, pero sí el principio de un nuevo ciclo dentro del crimen organizado mexicano.
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