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En plena madrugada de este jueves, una pareja protagonizó un acto de vandalismo que ha levantado cejas y generado molestia en la capital veracruzana. Con absoluta tranquilidad, y sin que nadie los confrontara, dos personas destrozaron cinco cajeros automáticos de la sucursal BBVA ubicada en la esquina de Lucio y Enríquez, a escasos metros del Palacio de Gobierno.
El hombre, que vestía un casco de motociclista negro, portaba un mazo con el que comenzó a golpear violentamente las pantallas de los cajeros. Su acompañante, una mujer vestida de rojo, lo observaba y vigilaba mientras él se encargaba de causar los destrozos.
A pesar del ruido y lo evidente del ataque, la pareja actuó con tal calma que parecía tener la certeza de que no serían molestados. Sólo interrumpieron su vandalismo cuando el agresor perdió el equilibrio y cayó al suelo. Sin mayores percances, se levantaron y salieron del lugar caminando, como si nada hubiera ocurrido.
Este hecho no sólo llamó la atención por la destrucción en sí, sino por la pasividad total de las autoridades. Testigos presenciales aseguran haber acudido a la entrada del Palacio de Gobierno para reportar lo que ocurría, pero los elementos de seguridad respondieron que su responsabilidad era exclusivamente el edificio.
Pasó un largo rato antes de que se presentara una patrulla en el sitio. Sin embargo, los elementos a bordo no descendieron ni se acercaron a los cajeros. En lugar de tomar reporte alguno, intercambiaron unas palabras con los guardias del Palacio y luego se retiraron, como si no hubiera pasado nada.
La escena dejó a muchos ciudadanos preguntándose: ¿Cómo es posible que un acto de este tipo ocurra frente al mismo gobierno estatal sin que nadie actúe?